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El incomprendido Rivers Cuomo



Cuando en 2008 Weezer preparaba su tercer disco homónimo, conocido popularmente como el Álbum Rojo, en Geffen le pidieron que lo concibiera de forma que las canciones fueran más pegadizas. Los temas que le estaban llegando a la discográfica no les convencían y fueron rechazadas. Rivers Cuomo, líder de la banda, me explicó recientemente: “Salí de aquella reunión bastante enfadado. Pero irónicamente, me inspiró para escribir otra canción (‘Pork and beans’)”. La letra de este tema iba dirigido a los directivos de Geffen y a pesar de la bofetada que supone se quedó en el disco. La letra dice: “Everyone likes to dance to a happy song / With a catchy chorus and beat so they can sing along / Timbaland knows the way to reach the top of the chart / Maybe if I work with him I can perfect the art (Todo el mundo quiere bailar con una canción alegre / Con un estribillo pegadizo que puedan cantar / Timbaland [un rapero] sabe como llegar arriba en la lista de éxitos / Quizá si trabajo con él pueda perfeccionar mi arte”). También añade “no tengo nada que demostrarte” y me alegro de que al final se saliera con la suya.
Ya le había pasado otras veces. De hecho es lo que siempre le ha pasado. En su anterior disco, ‘Make Believe’, en uno de los singles ‘Beverly Hills’ cantaba que es en el exclusivo barrio residencial de Los Angeles en donde le gustaría vivir y el vídeo se rodó en la famosa mansión Playboy de Hugh Hefner. Todo el mundo pensó que era una letra con mucha ironía, pero en realidad era todo sinceridad. “La gente siempre piensa que soy sarcástico, porque tienen esa noción preconcebida de quien soy, pero es muy diferente de quien verdaderamente soy. Soy el chico que dice algo seriamente y todo el mundo opina que es hilarante. Y tengo que aceptarlo por que al menos estoy captando su atención”, me confesó recientemente.
Es difícil no catalogar al guitarrista y cantante de Weezer por su aspecto, ya sea con abundante barba, bigote o perfectamente afeitado. Esa pequeña y tímida persona encerrada en un enjunto cuerpo y oculto detrás de unas gafas de pasta parece el típico personaje de empollón-inadapado de una película de universitarios. Pero hay mucho más como comprobé en una entrevista de hace un par de años. Me preguntó si quería saber lo que estaba escribiendo en su ordenador portátil y por supuesto le dije que sí. Estaba creando una lista para una base de datos musical. Llevaba unos años añadiendo canciones a la lista como por ejemplo, todas las canciones de Nirvana. Las analizaba y las descomponía en busca de patrones que dieran con una fórmula para componer canciones siguiendo el estilo de Kurt Cobain. Seguía la idea propuesta en ‘Jurassic Park’ y pretendía repoblar el mundo con las canciones del trío de Seattle a partir de su ADN musical. “Y no solo son canciones de Nirvana, también hago lo mismo con las de Oasis o Green Day. Es una enciclopedia del pop, llena de análisis de diferentes artistas. Probablemente soy un científico nato al que le gusta tomar notas y analizar las cosas”, me confesó en aquella ocasión.
La etiqueta de ‘genio loco’ es algo que todavía arrastra. Lo pude comprobar mientras preparaba un reportaje sobre Weezer en 2002. El joven Cuomo creció en Storrs, Connecticut, junto a unos padres hippies (su madre era masajista terapéutica). Y sus aficiones eran el fútbol (el europeo, y es fan de Los LA Galaxy y el Sheffield Wednesday inglés), los cómics y la música. Nada de particular con respecto a otros niños. “Su familia no le preparó para las relaciones sociales cuando llegó en séptimo a nuestra escuela. Era su primera vez experiencia en una escuela pública (llegaba desde una parroquial) y le asustó ver como se insultaban los niños. Los niños pueden ser muy crueles y es duro que te suelten ahí. Siempre tuvo buenas ideas y fue capaz de hablar con los demás. Es más introvertido ahora, quizá porque ahora todo el mundo le relaciona con Rivers el de Weezer”, relató Justin Fisher, un amigo de la infancia.
En 1994 Weezer había conocido el éxito instantáneo con su primer disco. El Álbum Azul y se apartó de ese éxito matriculándose en Harvard como estudiante sin graduar. Su primer año lo pasó con su pierna izquierda escayolada debido a una operación para alargársela y equipararla con su derecha, un par de centímetros más larga. El segundo disco, el intimista ‘Pinkerton’, no tuvo ni unas buenas ventas, ni unas buenas críticas lo que le afectó notablemente pues en él había expuesto sus asuntos más personales. Se encerró en su casa de Los Angeles, pintó las paredes de negro, cubrió con plástico las ventanas y desconectó el teléfono. “No tenía ninguna buena canción y parecía que toda mi vida se caía a pedazos”, comentó al respecto. Pero el 1 de enero de 1999 se propuso empezar de nuevo: “Tenía que aprender a hacer las cosas por mí mismo o deprimirme para siempre. Me di cuenta de que debía responsabilizarme de mi vida”.
En aquel momento lo que más me sorprendió fue la nueva dirección que quería tomar musicalmente. Cuando me dijo que se fijaba mucho en Limp Bizkit me sonó a tomadura de pelo. “Me encanta como Limp Bizkit logra combinar el metal con el rap y el pop de forma tan sencilla. Realmente nos veo yendo en esa dirección. No tengo ningún interés en el emo. Prefiero el rap metal”, dijo. En ese punto el batería, Pat Wilson, quiso puntualizar que “toda la existencia de la banda se mueve en una fina línea entre la realidad y la ironía. No creo que ninguno de nosotros sepa cuando realmente estamos siendo pícaros”.
De adolescente Coumo escuchaba a grupos como Metallica, Kiss, Judas Priest o Slayer. Luego trabajó en una oficia de Tower Records en Sunset Boulevard y fue la época de Sonic Yoth y Pixies. En ese momento “de repente el metal parecía algo tonto y conscientemente reprimí mis deseos de escucharlo. Creo que he trabajado en solucionar ese conflicto y he intergrado la música que amé durante mi juventud”. En aquella ocasión me comentó que su nueva obsesión era lo gótico a la que había llegado a través de una chica. “Nunca me había interesado lo gótico, pero quedé fascinado por una chica y ese estilo musical se quedó asociado a ella y no me lo puedo quitar de la cabeza”.
Las drogas, medicamentos o una combinación de ambas también han aportado su parte inspiradora. Tres chupitos de tequila unidos a las pastillas de ritalin ayudaron a componer ‘Hash pipe’ (del Green Álbum) y ‘Dope nose’ (de Maladroit) y el tema del consumo se recuperó en ‘We are all on drugs’ (Make Believe). “Necesitas estar bajo algún tipo de intoxicación para crear algo. Pero hay diferentes tipos de intoxicaciones que crean diferentes efectos. Casi nadie quiere pasarse una semana triste por lo que sea. Y eso es lo que hago, espero esos momentos y me abalanzó sobre ellos”, así compone Rivers.

Entre ‘Make Believe’ y el ‘Red album’ Cuomo regresó otra vez a Harvard y acabó sus estudios de Arte y Lengua Inglesa tras once años de idas y vueltas, y entró en el cuadro de honor de la hermandad Phi Beta Kappa. A los 35 encontró una gran estabilidad junto a su mujer japonesa, Kyoko Ito, con quien tuvo una hija en 2007, Mia Cuomo Ito. Y eso se notaba al charlar con él. “Todo este año me he sentido bastante creativo e inquieto, así que he escrito un montón, No sé lo que pasará con estas canciones pero tenía que escribirlas ya que no podía parar. Verdaderamente no sé si se convertirán en canciones de Weezer pero tampoco le veo sentido a una carrera en solitario. Ya veremos”. Cuando habla de su fertilidad compositiva no excluye ni su Luna de miel. “De hecho ése ha sido uno de los mejores monetos para escribir. A la una de la tarde me subía a mi loca bici japonesa y me iba a un enorme centro comercial en el que en el tercer piso tenían uno de esos estudios que puedes alquilar por cinco pavos la hora. Tienen batería, una mesa de mezclas y de todo. Iba allí a trabajar y cuando estaba listo volvía a través del megacentro comercial”.
Aunque la banda siempre se ha tomado descansos entre cada disco una líneas finales del Make Believe anunciaban lo que podía ser el final. ‘Are Weezer calling it quits?’ (¿Lo van a dejar los Weezer?). Cuomo estaba en Japón y los otros tres integrantes, Scott Shriner (bajo), Brian Bell (guitarra) y Pat Wilson, en Los Angeles. La cosa no estaba clara. “A veces llamo por teléfono a Pat y de vez en cuando envio un email a Brian y Scott, pero nunca he mencionado que vayamos a grabar otro disco, a menos que sea algo obvio que necesitamos hacer uno”. Coumo me dijo que no estaban por la labor de que Geffen editara por su cuenta, ni por la del grupo, una recopilación de grandes éxitos.
El 30 de octubre de 2007, Cuomo anunció en su web que en diciembre aparecería una compilación de sus grabaciones caseras. Pero antes se iba a retirar 30 días para dedicarse a la meditación. Y aproveché para hacerle una llamada.
- ¿Lo que has anunciado será un disco de Weezer o es algo personal?
- Llevará mi nombre. ‘Alone: The Home Recordings of Rivers Coumo’.
- ¿Y qué material va a incluir?
- Las primeras canciones son de principios de 1992, así que ya tienen 15 años, pero las últimas son de 2007.
- ¿Y es algo que has decidido ahora o llevas tiempo trabajando en ello?
- Ceo que he ido dándole forma los últimos meses pero en una conversación con un A&R de la discográfica me recordó que hace diez años le llevé algo parecido y él me convenció de que no lo publicara porque no quería que la calidad del material afectara a Weezer. Pero ahora he trabajado en ello y he empezado a enseñar a algunas personas el trabajo y me han dado su apoyo para hacerlo.
- ¿Cómo crees que se va a tomar la gente las canciones más suaves como ‘Walt Disney’ o ‘Long time sunshine’?
- Hay algunas suaves, algunas más duras, algo acústico, otras completamente rockeras pero esto se debe a que he tocado todos los instrumentos en todas las partes y no tiene ese sonido de estadio repleto de gente de Weezer, ¿sabes?, con Pat Wilson en la batería. Suena a algún lugar más pequeño e íntimo, incluso cuando son piezas de rock.
- ¿Te ha creado algún problema que esas composiciones más privadas vean ahora la luz ante el gran público?
- No, no he tenido dudas sobre eso. Bueno hay muchos errores en los temas, letras estropeadas, voces no afinadas… pero al mismo tiempo es mi nombre el que va estar ahí, así que me ha llevado un largo tiempo decidirme y reunir el coraje para sacarlas.
- ¿Y te vas 30 días de retiro? ¿Qué y cómo lo vas a hacer?
- Es extremadamente simple. Vas a un centro, meditas y luego te vas. Es un proceso de un solo paso.

Finalmente, regresó de la meditación, contactó con sus los otros tres weezers y acabaron sacando su sexto disco (el tercero con el mismo nombre de la onomatopeya del superhéroe de cómic que corre como el viento Weezer). Y los fans respiraron tranquilos. Así de simple.

1 comentarios:

Dacia dijo...

Buen artículo. Incluso en el actual 2018.

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